lunes, 19 de marzo de 2012

OPINIÓN

Sobre racismo, mitos e idiosincrasia (III)
(Tomado del blog "Mis cajones de adentro")
Idiosincrasia
Y llegamos a la tercera y última parte del artículo, donde hablaremos sobre la idiosincrasia, para tratar de entender el tema del racismo en nuestra sociedad; no olvidemos que el comportamiento racista de aquel adolescente del cine es el que motivó el artículo.
La idiosincrasia puede definirse como la manera de ser característica de un pueblo. Es un tema muy complejo de tratar, dado que en nuestro país la diferencia de personas y culturas impiden generalizar. Sin embargo, no con pretensión de erudición sino en un intento de acercamiento al problema, lo trataré, reconociendo que puede ser un punto de vista entre otros más que puedan darse. Sin embargo, en toda opinión no debe faltar la responsabilidad de quien opina, es decir, que las opiniones sean consecuencia de un raciocinio sobre la base de la observación y de la experiencia y no de una actitud frívola que irresponsablemente lleva a decir cualquier cosa.
Empecemos por decir que un rasgo que caracteriza a nuestro pueblo es la alegría. Y no puede haber alegría sin bromas: la chispa es otro de los rasgos de nuestra idiosincrasia; siempre tenemos la palabra inesperada que causa hilaridad. Pero a esto se añade otro rasgo: la “tomadura de pelo”; nos gusta reírnos o burlarnos de los demás, no con mala intención, sino para pasarla bien, por lo que debemos también “tener correa” cuando nos llega el turno de ser blanco de las burlas de los demás. Pero, ¿de dónde tomar la “materia prima” para la burla?: de las diferencias raciales, sociales, económicas y culturales que existen en nuestro país, así como de la contextura física, rasgos del rostro y manera de ser de las personas, o de la belleza o fealdad de las mismas. Como el tema que nos interesa es el del racismo, me ocuparé de las diferencias raciales. En efecto, las diferencias raciales traen como consecuencia estereotipos en ese orden, y es a partir de ellos que se crean personajes en los programas cómicos de televisión, como el negro Mama y la paisana Jacinta; o se hacen chistes a partir de los prejuicios que se forma la sociedad sobre las personas según su raza, como hacía Augusto Ferrando con sus comparaciones “blanco-negro”: “Blanco con zapatillas: deportista; negro con zapatillas: ratero”; no se trata de escarnecer al negro, sino de reírse de lo que la gente piensa de él. Dicho sea de paso, quienes más disfrutaban de esta comparación eran los mismos morenos que asistían al programa. Por otro lado, Nemesio Chupaca, el “cholo de acero inoxidable” y Eleuterio, fueron personajes que estereotipaban al serrano acriollado, en el caso de Nemesio y al serrano ingenuo en el caso de Eleuterio. Ellos eran serranos que se reían de sí mismos. Como se ve, no hay malicia en todo ello, no hay deseo de ofender, sino sólo de reconocer las diferencias raciales que hay en nuestro pueblo y reírse de ellas. No olvidemos que el Negro Mama y la Paisana Jacinta siempre salen ganando, o al menos salen bien librados de los problemas en que se meten. Igualmente, el cholo Nemesio siempre gana, porque “Al rey de la puna no le van a vender llamas”. La idiosincrasia del peruano es ser alegre, bromista, burlón, pero sin malicia. Y cuando se dice negro o cholo, lo que se está haciendo es describir a la persona, no ofenderla. ¿Recuerdan al cholo Sotil? ¿Cuando se le decía “cholo” se buscaba ofenderlo, o simplemente describirlo? Como vemos hasta aquí, todo no va más allá de reconocer las diferencias raciales, aceptarlas y convivir con ellas de manera lúdica y hasta fraterna.
Sin embargo, el corazón del hombre no sólo alberga alegría y fraternidad; también puede sacar de sí la maldad. Y la cosa empieza en el momento en que se quiere valorar a las personas de acuerdo a sus diferencias económicas, sociales, culturales y raciales. Se establece, entonces, una jerarquía donde el que tiene plata, el “pituco”, el culto y el blanco son superiores en dignidad a todos los que no lo son. Es aquí donde aparece lo superior y lo inferior, con el añadido del aprecio a lo superior y el desprecio a lo inferior. Es allí donde debemos situar el infeliz incidente entre el “niño” blanco y rico del cine, allá en Chorrillos, y los esposos mestizos acholados que fueron blanco de vituperios racistas. La “raza superior” despreciando a la “raza inferior”. No se mira a la persona, se mira a la raza.
Lamentablemente, ésta también es una característica de la idiosincrasia de nuestro pueblo: el racismo que desprecia porque clasifica a las personas como superiores o inferiores. Esta idea está tan metida en nuestra mentalidad que hasta las mismas personas mestizas, negras o cholas (las inferiores, según esta clasificación racista), hablan de escoger una pareja para casarse o para casar a sus hijos, … con quien puedan “mejorar su raza”.
El tema del racismo es muy delicado, porque mueve sentimientos y descubre complejos (de superioridad o de inferioridad). Por eso, si se hiciera una encuesta preguntando a las personas si son racistas o no, lo más probable es que todas digan que no, porque el racismo es vergonzoso. Pero anda y mételes el carro y verás que te tratan como el jovencito del cine.
Finalmente, alguien puede preguntar: “Ya que el racismo es parte de nuestra idiosincrasia, ¿se puede ser racista y católico a la vez? Hum, … ¡Qué preguntita! No se puede responder “a la primera”, porque la respuesta puede dar lugar a equívocos. Tal vez dos ejemplos nos pueden servir para resolver el asunto. El primero: Nicomedes Santa Cruz (1925-1992), el gran poeta, folklorista y periodista de raza negra, decía: “No soy un poeta negro, soy un negro poeta”. Esta expresión muestra a Nicomedes Santa Cruz como un negro orgulloso de su raza. Este “racismo” no es malo, porque se fija más en los valores de la propia raza, sin denostar a las demás. El otro ejemplo es el del adolescente del cine, cuyas expresiones son de ofensa a quienes pertenecen a una raza que valora como inferior. En este segundo tipo de racismo hay desprecio. Con el primer tipo de racismo se puede construir a partir de las diferencias; con el segundo tipo de racismo, no hay forma de construir nada. Con el primer tipo de racismo se puede vivir en unión y sacar el Perú adelante; con el segundo tipo de racismo, sufriremos siempre el desprecio y el trato injusto; el resentimiento y la venganza social. Con estos dos ejemplos ya tiene usted, amable lector, elementos para contestar a la pregunta, ¿o quiere que le responda este mestizo?



3 comentarios:

  1. Muy buena Padre!!!... Me parece demasiado bueno este articulo... ¿Me permite compartirlo?... Creo yo, que el Peruano en particular tenemos todos una idea muy mal usada de este término: racismo, que fuera bueno como el caso de Nicomedes, pero es el caso de este Joven un típico caso que podemos encontrar desde el más pequeño hasta la persona más madura.
    Esto nos conlleva a reflexionar, ¿hasta qué punto cada uno de nosotros somos racistas? Y esto puede ofender a quien escucha nuestro comentario.

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  2. Jose Antonio Quiroz9 de abril de 2012, 22:31

    Padre, recién estoy empezando a leer su blog y me parece muy interesante. Este articulo me ha servido mucho para un trabajo del colegio acerca del racismo.

    Muchas gracias Padre Enrique y siga escribiendo en su blog.

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    1. Me alegra mucho que este artículo te haya sido de utilidad. Espero que otros también te sirvan; si no para el colegio, sí para formar tu criterio.
      Dios te bendiga.

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