No es mi propósito responder a cada expresión malintencionada, ya que, en los comentarios a su columna, la periodista en mención ha sido debidamente criticada por su evidente falta de rigor profesional e intelectual. Lo que más bien quiero comentar es la manera como esta señorita ejerce una profesión tan importante como es el periodismo. El uso de la blasfemia y de la grave injuria contra el Papa revelan que la periodista en cuestión carece del más elemental principio de la convivencia humana: el respeto. Se puede ser ateo, pero respetuoso. Se puede pensar distinto a como piensa el Papa, pero respetar su persona, más aún por su investidura. A nadie se le puede ocurrir que la blasfemia o una grave injuria contra un personaje de la categoría del Papa pueda añadir dignidad a quien las comete. Lo único que ha mostrado la señorita periodista es su poca calidad humana y su mucha ignorancia sobre los temas que menciona y que cree conocer.
Si hago este tipo de observación es para ayudar al lector de nuestro blog a descubrir aquello que está detrás de esta forma de hacer periodismo: una falta de respeto que no sólo ofende a las personas a quienes trata en sus artículos periodísticos sino también a los lectores que esperan encontrar un nivel mínimo de profesionalismo y se encuentra con una mediocre y mala forma de hacer periodismo. Afortunadamente, hay periodistas que sí dejan bien en alto la profesión.
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