sábado, 8 de septiembre de 2012


El Cardenal Martini

y su “testamento espiritual”


(Foto  tomada de Aciprensa.org)


No “testamento espiritual”, sino entrevista

Desde hace unos días viene circulando y comentándose en medios eclesiales el mal llamado “testamento espiritual” del recientemente fallecido Cardenal Carlo María Martini. Decimos mal llamado porque por testamento espiritual se entiende un mensaje verbal o escrito donde la persona que lo hace, ante el presentimiento o seguridad de su inminente muerte, deja intencionadamente unas recomendaciones o mandatos a quienes, por su situación jerárquica (de autoridad), tiene el deber de orientar en la vida. Tenemos como ejemplos, en la Biblia, el testamento espiritual de Tobit a su hijo Tobías (Tobías 4) y en la vida de los santos, el que deja San Luis, rey  de Francia, a su hijo (ver:  http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/fechas/agosto_25.htm ). En ambos ejemplos podemos ver cómo el creyente, próximo a la muerte, deja en su testamento un mensaje donde la unión espiritual con Dios y el respeto a sus Santas Leyes es la fuente de sus recomendaciones. Lo que se señala, entonces, como “testamento espiritual” del Cardenal Martini está muy lejos de serlo: en primer lugar, no hay intención de que lo sea; y, por otro lado, su contenido se aleja de la fidelidad a las Leyes divinas (en moral sexual) y presenta un lenguaje ambiguo respecto a la relación entre el ministerio sacerdotal de los clérigos y el Derecho eclesiástico, con la interioridad religiosa del creyente.

Ciertamente debemos advertir en sus palabras un deseo profundo de renovación de la Iglesia (algo loable); pero dentro del camino que propone (los tres instrumentos contra la fatiga de la Iglesia), se aparta de la ortodoxia, vale decir, de la recta opinión, la que siempre debe darse dentro de los parámetros de la fe en Dios y en su Iglesia.

Intención de este artículo

Pero, la intención de este artículo no es el de analizar minuciosamente la entrevista polémica aparecida en El Corriere della Sera, cosa que otros ya han hecho. Más bien deseo dar una explicación a los católicos que puedan haberse escandalizado a causa de ella: “¿Cómo es posible que un cardenal de la Iglesia Católica pueda haber hecho declaraciones tan apartadas de la doctrina oficial de la Religión Católica?” La respuesta, en realidad, no es difícil: toda persona posee en su ser varias dimensiones cuya integración es necesaria para la fidelidad y coherencia con sus principios. Puede darse que alguna persona destaque en algunos aspectos, dimensiones o fragmentos de su ser, y que desentone o desacierte en otros. El Cardenal Martini, en opinión de algunos (o muchos; qué más da) ha sido admirado por su preocupación solícita de Pastor y por su amor a las Sagradas Escrituras; por lo visto también poseía un don de gentes que le daba un encanto personal. Nadie puede negar que así sea. Sin embargo, aquellas fortalezas de su persona son sólo fragmentos de ella; hay otros “fragmentos” que no pueden ser alabados, como su tendencia a verter opiniones desacertadas, por decir lo menos, no sólo en su última entrevista sino en otras oportunidades también. El Santo Padre, Benedicto XVI, con amor fraterno y explícita caridad cristiana ha tenido palabras benevolentes para el arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Milán, por los “fragmentos” buenos que ha tenido; y ha evitado mencionar aquellos que más bien lo deslucirían.

No debe, pues, escandalizarnos gravemente este asunto; somos humanos y podemos vivir fragmentados, faltos de unidad; ser admirados por lo bueno que tenemos, aunque por otro lado hayan cosas que digan mal de nosotros. Nuestra tarea debe ser buscar esa unidad de vida tan necesaria para ser hombres de una sola pieza.

Finalmente, nosotros no estamos para juzgar a las personas; pero sí tenemos el deber de señalar los errores que cometen y que pueden hacer daño a terceros (en este caso, a los fieles de la Iglesia Católica). Por eso, bien podemos decir, parafraseando a Aristóteles: “Soy amigo del Cardenal Martini, pero más amigo de la verdad”.